miércoles, 1 de diciembre de 2010

Non fuyades, cobardes y viles criaturas

Una de las quejas más frecuentes que escucho entre mis compañeros docentes (especialmente en los de la universidad) es la de la falta de motivación en el alumnado. Que no leen, que faltan a clase, que no les interesa, que estudian como borregos y vomitan cuatro ideas mal asimiladas el día del examen.
El problema existe, no me atreveré a negarlo, pero creo que a veces es el profesor el que está poco o nada motivado. En la universidad, la inmensa mayoría de mis compañeros utilizan la técnica de la clase magistral. Algunos emborronan la pizarra, otros (más atrevidos) de vez en cuando proyectan un esquema en la pantalla blanca. Los que se sienten los reyes de las TIC ponen un vídeo, una película o una canción una vez por cuatrimestre. Los tiempos cambian, pero la universidad poco o nada ha cambiado.
En mi caso, este año he tenido una suerte tremenda. Este cuatrimestre estoy dando una asignatura titulada "Del humanismo a Cervantes" a un grupo de 5 alumnos norteamericanos. Hoy hemos trabajado con textos de Don Quijote, pero antes hemos dado otras materias menos interesantes (como la poesía mística o la novela del XVI) y su respuesta ha sido buenísima.
Son un grupo excepcional, el reducido número les obliga a trabajar a diario y me permite conocerlos bien. L es una chica muy tímida, pero con un talento y capacidad de asimilación increíbles. J es la típica empollona, y con sus preguntas inteligentes y su trabajo constante estimula mucho a sus compañeros. E es muy sensible, le interesa todo lo relacionado con los sentimientos y siempre se presta voluntaria para explicar algún concepto a sus compañeros si ella lo ha entendido primero. K es extraordinariamente trabajadora, y aunque no tiene la intuición de L o J, lo compensa con creces a base de esfuerzo, y es quien ha hecho las observaciones más interesantes de todo el grupo. M, el único chico, es divertido y carismático y aprovecha ese talento, le cuesta mucho trabajar pero cuando se interesa escucha embelesado mis explicaciones, y le preocupa mucho la dimensión social y política de la literatura.
Sé que he tenido una suerte enorme con un grupo tan estupendo, pero quiero pensar que algo tengo yo que ver. Otros años, con grupos más numerosos y heterogéneos, el resultado ha sido más variopinto pero en general el interés y asistencia a clase es elevado. Tal vez sea porque les hablo de los superhéroes para explicar las novelas de caballerías, o porque los hago levantarse de la silla para representar, entre todos, el fragmento que estamos leyendo, o porque cuando explico poesía siempre les llevo alguna cómica, o porque prefiero que lean mi propia y selecta antología de textos (divertidos e interesantes) a mandarles el lote de libros que recomienda el departamento (para el Quijote, por ejemplo, leeremos 9 fragmentos), o porque les mando emails para recordarles lo que vamos a ver en la siguiente clase.
Soy consciente de que esta vez he tenido mucha suerte, pero opino que la suerte, en la docencia más que en ninguna otra cosa, hay que buscarla. 

3 comentarios:

  1. Coincido contigo, la suerte para el que se la curra! Me gusta el tono de tus entradas (sé que sólo han sido dos...), positivo y esperanzado. Mis mejores deseos.

    UPC

    ResponderEliminar
  2. Bonita experiencia. Yo pienso, tal como están las cosas y por lo que veo, que por mucho que transmita el profesor, no es el mismo interés el de los alumnos de ESO o Bachillerato que el de alumnos universitarios, más maduros...Y nada que ver eso de cinco alumnos comparado con clases de treinta...Yo cambiaba sin dudarlo ¡O será que siempre deseamos lo que no tenemos!

    ResponderEliminar
  3. @profe cualquiera: Gracias, espero poco a poco hacerme un huequito entre los edublogs :)

    @Marian: El mío es un caso excepcional. Es la primera vez que tengo una clase así, tanto en cantidad como en calidad.

    ResponderEliminar

¡Déjame un comentario! :)